jueves, 12 de enero de 2012

CHAU "GAUCHO"... Se nos fue el muy querido "Gaucho" Terra. Nepomuceno. Un cabal representante de aquellos hombres que llegan a convertirse en un referente cultural, en un mojón de la cultura y en una demostración palpable de lo que puede hacer el amor hacia las cosas de nuestro terruño. Rasguñando las cuerdas de su guitarra y sacando desde adentro, desde lo más hondo de su alma el sentimiento de cariño hacia las cosas de su tierra, el "Gaucho" descerrajaba letras convertidas en canciones que se las entregaba a las aves del río Uruguay, su muy querido río, para que las pasearan de un lado al otro de sus costas.
San Javier, su amoroso pueblo, lo reconoció como uno de sus valores más puros y más entrañables. A cada paso su gente se encontraba con su afable presencia y él, dicharachero, con la amistad a flor de piel, se entregaba a todos.
Lo menos que podemos hacer es brindarle un reconocimiento, un homenaje. Y lo hacemos transcribiendo una de sus hermosas letras, que ya han pasado, junto con él, a ser parte de nuestro rico patrimonio cultural.

ASÍ LE CANTO AL LITORAL
(Aire del Litoral)
Letra y música: Nepomuceno Terra
(San Javier, Río Negro)


Yo vengo del hermoso litoral
Y canto con orgullo esta canción
Que me nace desde el fondo de la tierra
De los montes y las piedras del querido Río Uruguay.

El canto milenario del zorzal
Acuna el desarrollo del lugar
Avanzan mi país y la Argentina
En unión franca y divina de dos pueblos sin igual…

Estribillo

Por eso estoy tan orgulloso de venir de aquél lugar
Donde es pecado vegetar y no querer…
Y si no cree lo que digo, véngase
Y así también podrá cantar, como le canto al litoral.

El Puente de Fray Bentos-Puerto Unzué
Se yergue cual fantástica visión
Que uniendo a dos pueblos siempre hermanos
Se vuelven a dar la mano por el Paysandú-Colón.

Siguiendo, aguas arriba va a encontrar
A Salto y su represa sin igual,
Coloso que ha domado al Salto Grande
Con la fuerza avasallante de Argentina y Uruguay.

(Estribillo)

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Información, biografía, canciones que hemos puesto en mi sitio de recuperación patrimonial del Departanmento en https://sites.google.com/site/fraybentosfichaspatrimonio/terra-nepomuceno
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NOTA EN DIARIO "EL TELEGRAFO".
25/01/2011 | HOMENAJE A NEPOMUCENO TERRA.
Noche de emociones compartidas


“La Noche de Radar Musical”: “Dúo Alas Abiertas” y Joselo/Oscar Pina (guitarras), Ramiro Dalla Valle (guitarrón), Hugo, Zully y Nepomuceno Terra. Maestro de ceremonias: Ricardo Cattani Barcia. 24ª Fiesta de la Prensa de Diario EL TELEGRAFO. Auspició: Dirección de Cultura. Auditorio “Miguel A. Pías”, viernes 21.
Estuvimos muy emocionados junto a Palomeque y “Chichí” Vidiella, más aún al irrumpir en la sala Nepomuceno Terra y familia acompañados por José María Brunini, ovacionados de pie por el público. Se tradujo en las palabras de Cattani: “esta actividad es un clásico de la Fiesta de la Prensa, auspiciada por Dirección de Cultura representada en esta sala por la profesora María Julia Burgueño”.
Compartimos momentos significativamente emocionantes: el homenaje a Nepomuceno Terra, figura de la canción litoraleña, poeta, guitarrista, rionegrense de corazón sanjavierino, que con sus 76 años sigue pulsando las seis cuerdas, canta con voz firme, y ¡vaya si lo hace notablemente! Cantó junto a sus hijos Hugo y Zully. Fue homenajeado por la comuna rionegrense en 2008, en memorable velada en el Teatro “Miguel Young” de Fray Bentos. Ahora el “Gaucho” Terra recibió el reconocimiento de “Radar Musical”, diario EL TELEGRAFO y pueblo sanducero. Artífice de este “milagro” fue Brunini. Lo de “milagro” es real, Terra hace tiempo que no realiza recitales públicos.
Abrió la velada el dúo “Alas Abiertas”, integrado por Javier Galán y Jorge García. Demostraron veteranía y oficio. En la década del ’70 integraron grupos folclóricos notorios. Después de 30 años, al conjuro de esta convocatoria de Brunini y Terra se reúnen, y ellos piensan darle continuidad al binomio. Esta velada fue su “lanzamiento” como dúo. Cantaron con el soporte de los hermanos Pina en guitarras y Dalla Valle en guitarrón, pertenecientes al conjunto “Ivirapú”. El nombre “Alas Abiertas” fue idea de Brunini, inspirado por los versos del poeta sanducero y cantautor Mario Castro Vergara: “Y hacia el sol de la vida/ paloma/ mi nube clara/ cruzaremos el cielo, paloma/ por el mañana/ con las alas abiertas, paloma/ de mi guitarra”.
Entre canciones, anécdotas y bromas, García y Galán realizaron su actuación homenaje a Terra y Brunini, “defensores de nuestra identidad musical”. Interpretaron entre otras, “Río de Nácar” (Sampayo) poco difundida, “Cuando florezca la luna” (Oscar Pina), cerrando con “Dulce Uruguay” de Nepomuceno Terra.
Luego convocados al escenario Nepomuceno Terra y familia, recibió una plaqueta de manos de José María Brunini en nombre de Radar Musical/EL TELEGRAFO; Oscar Pina entregó un bouquet a la señora de Terra; García leyó un poema en homenaje a Terra, quien emocionado hasta las lágrimas agradeció estos reconocimientos. Luego cantaron individualmente Hugo y Zully Terra y luego lo hicieron junto a su padre.
Nepomuceno Terra, creador entre otras de “El silbo del tropero”, “Cuando dejo el pago”, “Si pudiera saber”, “Un canto a mi tierra”, “Para mi musa”, “Mi recuerdo del litoral” y “Romance al viejo tala”, cantó junto a los artistas invitados y Brunini su canción insignia, “Dulce Uruguay”, que a su vez forma parte del repertorio de más de un cantor uruguayo. Como lo señala Brunini: “Bienvenido amigo, gaucho. Estamos orgullosos de recibir a Nepomuceno Terra, sus hijos. También a su ‘compañera primera’, Gladys Iris, pues la segunda seguramente es la guitarra”.
Por todo lo acontecido: noche de emociones compartidas en una sala desbordante de público. José García Dantaz.



miércoles, 11 de enero de 2012

SON TRES Y NO DOS LOS TANQUES que llevaron el nombre de "FRAY BENTOS". Una investigación paciente y gran cantidad de aportes de los amigos que frecuentan los sitios de internet y los foros en que se discute e investiga todo lo relacionado a las acciones militares, dio como resultado la confirmación de que hubo un tanque de guerra en la Segunda Guerra Mundial que prosiguió con el honroso reconocimiento al "Fray Bentos I".

B.T. White publica esta foto en su libro "British Tank Markings and Names". En el subtitulado de la imagen se informa que este vehículo fue puesto fuera de acción en el desierto norafricano en 1941, cerca de la localidad de Sidi Resegh.  Los investigadores no dudan que, en efecto, este tanque correspondía al convoy TIGER , usado en BATTLEAXE en Junio de 1941.
Otros investigadores, afirman que este tanque puede haber pertenecido a 2os Húsares Reales Gloucester y no 6o RTR, ya que el Batallón 2o RGH usó como características les letras la F, la G y la escuadrilla de H.

La foto del tanque "Fray Bentos " (aparece clarito el nombre pintado en la carrocería), figura en este libro de historia cuyas fotos han sido acreditadas por uno de sus oficiales y el médico militar.

Se reafirma la investigación y se agrega un TERCER TANQUE al que pusieron el nombre de "Fray Bentos": El Tanque Fray Bentos I  (Nro2329) peleó en la 3ª.Batalla de Ypres en Agosto de 1917, donde estuvo bajo fuego enemigo durante 3 dias.No fue apresado por los alemanes porque esas tierras estuvieron con la presencia británica hasta mayo de 1918.

El Fray Bentos II, Nro.8019, fue capturado en noviembre 17 en Cambrai y fue llevado a Berlin donde fue presentado como trofeo de guerra en Berlin en la navidad de 1917.

Es una HISTORIA MAGNIFICA. La investigación que he desarrollado está publicada en :  http://www.scribd.com/doc/19590795/Dos-Tanques-llamados-Fray-Bentos

FRAY BENTOS: UNA CIUDAD… UNA MARCA.
Trabajo de investigación presentado a las XII JORNADAS DE PATRIMONIO INDUSTRIAL sobre “DISEÑO, IMAGEN Y CREATIVIDAD EN EL PATRIMONIO INDUSTRIAL”
30 DE SETIEMBRE – 2 DE OCTUBRE 2010, para el tema: “LA PUBLICIDAD Y LAS MARCAS”

AUTOR : RENE BORETTO OVALLE – FRAY BENTOS (Uruguay)

Cuando nos referimos a un producto y sobre todo cuando queremos implantarlo en un mercado, generalmente tendemos a darle importancia a algunos aspectos o características del mismo de manera que le creen en público consumidor una idea de calidad que termine siendo un factor decisorio en su fidelización.
Hay veces que es la materia prima que comunica su calidad al producto. Otras veces puede ser la calidad de su elaboración o nuevas técnicas que lo hagan diferente a la competencia. En fin, cuando se despierta la guerra para acceder a un sector del mercado, cada quien procura diferenciar lo que ofrece y hacerlo ver como único o destacable de lo demás.
Uno de los elementos que se usan con estos fines, es el nombre de procedencia. Según los autores  españoles Jesús Cambra Fierro y Antonio Villafuerte Martín de la Universidad Pablo de Olavide, la denominación de productos agroalimentarios con el nombre de su lugar de producción en la distribución y venta es una práctica tan antigua como la existencia de los mercados en los que se producían tales transacciones. Los autores aseveran que las designaciones geográficas más antiguas surgen con el vino y el aceite de oliva, dada la especial sensibilidad de la vid y del olivo ante pequeñas variaciones de los factores naturales, que son todos aquéllos que escapan a la influencia directa del hombre.
Es decir que cuando nos referimos a la asignación de un nombre o de una marca a un producto, estamos haciendo referencia a un patrimonio histórico muy rico, y es lógico afirmar que cuando nos encontramos con estos casos estamos enteramente inmersos en el patrimonio industrial y en los valores culturales que terminan siendo una parte esencial del producto a la hora de reconocerlo por el público consumidor.
No es difícil encontrar en la historia de las marcas o los nombres de algunos productos, un fenómeno muy especial y es aquel por el que el consumidor nombra un producto genérico con el de una marca determinada. El caso evidente de “Coca-Cola” cuando queremos referirnos a refrescos o gaseosas. O “Gillette” cuando deseamos hacer referencia a las hojas de afeitar, o NESTLE cuando nos referimos a leche condensada…
Cuando comencé a estudiar los aspectos históricos de la Compañía Liebig nacida en mi ciudad, Fray Bentos, en Uruguay, nunca pensé que iba a enfrentarme con el hecho de que esta empresa fue si no la primera, una de las innovadoras en establecer los cánones del marketing en el último tercio del siglo XIX. Cuando en la actualidad leemos a avanzados ideologistas de la temática del mercadeo como lo es Philip Kotler, pudiéramos pensar que el manejo de las marcas en cuanto es una interrelación íntima producto-consumidor, es algo totalmente nuevo, moderno, recién inventado. Nada tan alejado de la verdad porque cuando la Liebig´s comenzó a fabricar industrialmente el extracto de carne en el puerto sudamericano de Fray Bentos, lo hizo desarrollando un verdadero programa de promoción, difusión y ubicación en los mercados de todos y cada uno de los productos agroalimentarios que podían convertirse en una operación comercial exitosa.
 Por otro lado, habiendo sido la introductora de la tecnología industrial del siglo XIX al Río de la Plata, la Compañía Liebig no solamente se conformó con innovar en trasladar los principales elementos nutritivos de la carne diez mil kilómetros desde América hasta Europa, sino que también participó desde el punto de vista de la comercialización de los recursos alimenticios, del principio de lo que hoy llamamos “globalización”. A partir de la obtención de la materia prima básica, estructuró un gigantesco sistema que involucró el cambio en el manejo de la tierra; la calidad obtenida mediante la química para especializar los tipos de pasturas y también las razas bovinas más convenientes; el transporte desde y hacia los centros de producción; la profesionalización del comercio y noveles formas de entrega del producto final al consumidor.
Pero, nuestra comunicación se basa en la íntima relación que comenzó a existir entre la calidad de los productos elaborados en Fray Bentos y el nombre propio de la ciudad, que finalmente se impuso como marca preferida y hasta hoy día, más de 110 años después, continúa siendo líder en el mercado británico y en otros del mundo occidental. Nos es difícil saber si con nuestra investigación estamos manejando la historia de la alimentación o la investigación del fenómeno del marketing, porque no se puede desconocer que nos sentimos entusiasmados por la idea de asignar a la Compañía Liebig ser la responsable de aplicar estos conceptos que hoy día son tan comunes, como “Denominación de Orígen” o “Indicaciones Geográficas”, para convertir el nombre de la región de abastecimiento, producción, procesamiento y elaboración de los productos en un fuerte indicador de calidad para convencer a los consumidores.
Pero vayamos brevemente a conocer a dónde se basa la designación geográfica de un producto que se ha mantenido por casi 150 años en el mercado de la alimentación de nuestra civilización occidental.
FRAY BENTOS origina su nombre, al parecer, en un viejo frayle probablemente portugués que vivió en una cueva de las barrancas que caracterizan los últimos kilómetros del río Uruguay, en Sudamérica. Sea una leyenda o no, lo cierto es que su nombre fue adoptado por una población fundada doscientos años después de las misteriosas andanzas de este religioso que trataba de catequizar los indígenas de la región. En efecto. En 1859, nació una ciudad portuaria muy favorecida por la geografía del río ancho y profundo, con varios puertos naturales que permitían la salida de los productos de exportación regionales.
Estamos hablando de mediados del siglo XIX cuando el Rio Uruguay era un importante recurso para ingresar tecnología a la zona y salir con carne y cereales, especialmente hacia Europa.

La región del “bajo Río Uruguay” donde se enclava Fray Bentos, apenas 95 km.
antes de la desembocadura en el Río de la Plata.
Fray Bentos fue el sitio elegido por el ingeniero alemán Georg Giebert para desarrollar un proyecto muy visionario, por el cual esperaba convertir millones  de vacunos en un extracto de carne que, inventado por el famoso químico Justus von Liebig, necesitaba de esta materia prima. Allí instaló en 1863 lo que sería la famosísima Liebig´s Extract of Meat Company.
Fray Bentos era el centro geográfico de una región muy amplia, con muchos campos feraces y montes ribereños donde crecían por millares los vacunos y donde se instalaron las principales estancias de europeos que comerciaban los llamados “frutos del país”.
Cuando la producción del extracto de carne de Liebig comenzó a fluir hacia Europa, la distribuyeron en pequeños recipientes de cerámica con una etiqueta que decía: “Hecho en nuestro Establecimiento de Fray Bentos, Sudamérica”. Bastó que la aceptación del producto cundiera por doquier en Europa, para que los consumidores comenzaran a asociar esa calidad con el nombre de la lejana región americana de donde procedía.
Aumentó la percepción de los consumidores, el hecho del orgullo con que la Liebig Company difundiera que su producto estaba originado en las mejores pulpas de los vacunos sudamericanos. No dudó el autor Julio Verne en elegir como primer desayuno de sus astronautas cuando llegaron a la luna , un sabroso y caliente caldo hecho con el extracto de carne Liebig, en su famosa novela “Au detour de la Lune”. Tampoco dejó de mencionarse con satisfacción que procedía de Fray Bentos el extracto que usaron Stanley cuando fue a rescatar a Livingstone al centro de Africa, Alock y Brown cuando cruzaron en avión el Atlántico, Scott en su expedición a la Antártida o Baden-Powell cuando defendió la ciudad de Mafeking contra los campesinos bóers…
Henry Morton Stanley alimenta con caldo de carne Liebig (ver recipiente abajo), a uno de
sus porteadores africanos, en medio de la selva.

Cuando con el extracto de carne mezclado con harina de carne inventaron los cubitos o calditos y lo consumieron los soldados en la Primera Guerra Mundial, según recogen tres importantes Universidades en sus investigaciones, cuando se deseaba decir que algo estaba muy bien, se decía: “fribentos”… tal como hoy día utilizamos el “OK”…
Los visionarios hombres que manejaban los negocios de la Compañía Liebig no tardaron en darse cuenta de qué manera se había introducido este nombre de “Fray Bentos” en la gente y lo utilizaron de inmediato como una marca. Decimos en nuestras investigaciones que en ese momento, tan lejano como el año1879, ya se alcanzó a comprender lo que hoy día se menciona como “valor de marca” y se la pusieron a la conserva enlatada o corned beef que no faltaba entre las vituallas de los soldados en batalla.
Cuando una tripulación de nueve hombres pudo elegir el sobrenombre para uno de los primeros cinco tanques de guerra británicos que irían a luchar a la frontera entre Francia y Bélgica, en 1917, denominaron “Fray Bentos” a su unidad, porque decían sentirse dentro de ella como carne enlatada de la que comían todos los días!
“Las percepciones de calidad superior son las que determinan sin duda un efecto más directo y palpable sobre el valor percibido por el consumidor y, por consiguiente, en su confianza” según dicen actualmente los autores Agrawal y Kamakura. La Compañía Liebig otorgó gran cantidad de información sobre los lugares donde se obtenía la materia prima, enseñando las estancias, los grandes campos, los animales y el mismo establecimiento de Fray Bentos y posteriormente a 1902 el que construyeron en Colón, Argentina. Así, el consumidor desarrolló una serie de asociaciones relacionadas con el lugar de procedencia del producto, transformando la imagen de la marca, dotándola de jerarquía, calidad e inigualable confianza de lo que se le ofrecía dentro de esas latas.
Conceptos e ideas actualmente manejados en marketing y cuyo uso no tiene más de veinte años, ya habían sido introducidos, explotados y aprovechados por la Liebig Company para sembrar sus producciones por la mayor parte de los países del mundo occidental. Lealtad de Marca,  Notoriedad de Marca, Calidad Percibida y Asociaciones de Marca, fueron conceptos tan vigentes en aquellos lejanos años de finales del siglo XIX como lo son hoy.
No obstante, no queremos dejar de lado la importancia de los valores puramente humanos como lo son las actitudes y sentimientos de los consumidores respecto al producto lo que lo hace recordar y fidelizarse hacia la marca. En este aspecto, los tiempos que corrían cuando comenzó a venderse el producto en Europa, jugaron mucho a su favor. La llamada Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial, fueron escenarios donde la carne enlatada de marca Fray Bentos estaba en todos los sitios: desde las trincheras en las mochilas de los soldados hasta en las mesas de los civiles en los países donde la guerra les impedía hacer producir sus campos.
Es increíble pero podemos tomar anécdotas como referencia para reafirmarnos en esta idea. Y no necesariamente tan alejadas en el tiempo. Hace poco tiempo, un Embajador Británico en mi país, visitando el Museo de la Revolución Industrial donde conservamos la historia de este proceso, nos decía que cuando era pequeño, en Londres, durante los días de guerra con Alemania, el abrir una lata de corned beef estaba rodeado de todo un ceremonial, donde se reunía la familia en torno a la mesa y la lata no se abría hasta que estaban todos presentes.
Hace muy poco tiempo, un ingeniero británico que tuvo que ir a trabajar a mi ciudad Fray Bentos, por la construcción de una planta de pasta de celulosa, le dijo a su madre a dónde iba. “Oh, Dios mío… que Fray Bentos te haga tan feliz como me hizo a mí”, le dijo la mamá. ¿Cómo, si tú nunca estuviste allí?... No, le contestó la madre, pero en la guerra, cuando los ataques aéreos nazis contra Londres, cada vez que sonaba la sirena debíamos correr hacia los refugios. Podíamos olvidarnos de cualquier cosa, pero nunca de la latita de corned beef Fray Bentos que apretábamos contra nuestro pecho…”
Está resultando actualmente una gran sorpresa, sobre todo para los británicos, saber que ese “Fray Bentos” que es comido al menos una vez cada quince días de promedio por más de 47 millones de personas en Gran Bretaña, es el nombre de una ciudad que aún existe. Escribió alguien este comentario en Internet: “Hace relativamente poco que descubrí que Fray Bentos no fue nombrado debido a un par de genios culinarios que yo había supuesto eran los señores Fray y Bentos, sino, amable lector, es en realidad una pequeña ciudad de 25.000 habitantes en el suroeste de Uruguay, junto a la frontera argentina.”
Nosotros, en nuestro Museo de la Revolución Industrial, construido con el patrimonio de la Liebig Company y su sucesor el frigorífico ANGLO, somos quienes recibimos a esos asombrados turistas europeos que visitan la ciudad llamados por el paradigmático nombre de Fray Bentos. “Pensar que “Fray Bentos” fue lo primero que le dí de comer a mi marido…. Y hoy estamos juntos viendo dónde se inició todo eso…”, escribió una señora en nuestro Libro de Visitantes.

Ejemplo de producto actual en el mercado británico. Los “pies” (pasteles) son los que ocupan la mayor preferencia.

Desde la creación de la marca Fray Bentos, en 1899, se ha sucedido un periplo a través de distintas firmas que por acción de la propia dinámica comercial, se fue sucediendo a través del tiempo. En 1968 se unió con Brook Bond Company y en 1984 fue propiedad de Unipath Limited. En 1990 pasó la marca a propiedad de Campbell Soups y desde el 2006 es propiedad de Premier Foods de Inglaterra, que invirtió nada más ni nada menos que £ 690m. en la gigantesca transacción que la puso en poder del gran negocio de la alimentación. Sus negocios tienen una facturación de más de £ 282 000 000 por año, por lo que es la empresa de alimentos más grande en Europa. La empresa volvió a darle favoritismo a la marca Fray Bentos y renombró algunos productos con ese nombre. No en vano, actualmente, el 94,6% de los pasteles de carne y conservas y el 18,1% de las carnes enlatadas proceden de Premier Foods y los pasteles FRAY BENTOS siguen siendo el mejor jugador del equipo…
Hoy día, la ciudad de Fray Bentos es la capital del Departamento de Río Negro y continúa recogiendo los efectos de la gran valoración de su geografía, donde los puertos son convocantes efectivos para los inversores.  Utilizando exactamente las mismas pautas que aplicó la Liebig Company hace 130 años, actualmente se ha radicado en la zona la multinacional United Pulp Mill (UPM) con la planta de pasta de celulosa más moderna y de la mejor tecnología mundial.

BIBLIOGRAFIA

BORETTO, Rene. “Historiografía de la Ciudad de Fray Bentos”. Fray Bentos, 2000.
BORETTO, René y OLVEIRAS, Armando. “Carne de Cañón” (Comunicación en el VII Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial. Gijón, España, 2005).
BORETTO, Rene y BURGUEÑO María Julia. “Los paisajes y el patrimonio agroalimentario. Usos del territorio. El ejemplo del Bajo Río Uruguay” (Comunicación en X Jornadas Internacionales del Patrimonio Industrial Agroalimentario. Gijón, octubre 2008) y en “Patrimonio Industrial Agroalimentario, Testimonios cotidianos del diálogo intercultural” INCUNA, Colección Los Ojos de la Memoria” (2009).
BORETTO, Rene y BURGUEÑO María Julia. “La riqueza patrimonial de la industria de la carne en el Corredor Binacional del Río Uruguay”. (Comunicación en el II Seminario Internacional sobre Patrimonio Industrial de la Agroalimentación, Córdoba, Argentina. Nov. 2009).
JUDEL, Klaus. “Die Geschichte con Liebig Fleischextrakt”. (Spiegel der
Forschung – 20.Jg. Nr.1 (Oct. 2003).
MAAR, Juergen Heinrich - “Aspectos históricos de la enseñaza de la química” – (Scientle studia. S.Paulo, Brasil. 2004)
MUIR, John. “The Hetch Hetchy Valley” (Boston Weekly Transcript, 1873)
ORTEA, Arq. Adriana – “La Liebig - El trabajo de la Carne” (Colón, Argentina, 2009).

CASABLANCA - LA CASA DE LOS CUATRO VIENTOS.

Aquellos que ansían futuros que no serán con sus plantas pisados,
disparan  sus sueños para que vayan a clavarse en otros tiempos.
Saetas lentas, porque van cargadas de esperanzas.
Saetas ardientes, porque donde caen encienden fuegos.
Saetas preñadas, que al caer engendran otros sueños.

Por ello veo, en esta casa,  una flecha que trasponiendo décadas
aún viaja. Acuna los misterios que a nadie niega, pero los resguarda para los que la habitarán mañana. Amamanta niños y consuela viejos. Cría, alimenta y mata sueños que son nada en sus doscientos años.

Nació en el promontorio esbelta,  alta y desafiante. Cual faro resaltando en la bruma de los montes, del orgulloso río se hizo compañera, ora mirándose en sus aguas cuando mansamente a sus pies pasa, ora desafiándole y poniéndole el pecho cuando se desmadra y roe sus cimientos con la correntada.

Alentó a los hombres a que la miraran desde el pie de la barranca o que la otearan de lejos desde sus veleros y balandras y les señaló certera el sitio privilegiado donde nació Casablanca.

Alguien la llamó “de los cuatro vientos” y ella misma, se vanagloria que por sus entrañas pasan los años, los hombres y los tiempos, derrochando ilusiones, pasiones y retos. De esos retos que se hacen los corazones impetuosos que levantan piedras, construyen  y con mucho más que sangre alimentan sueños.

Vengan de donde vengan, la visitan los vientos: suaves del norte, anunciando mal tiempo; ráfagas heladas carcomiendo huesos y hasta las tenues brisas que rizan las aguas del omnipresente río.

Casablanca, eterno vigía, se despereza cada mañana con el sol que el oriente le promete día a día y recibe los consejos de la luz cansina que se despide detrás de la isla, para soportar la oscuridad y los ruidos que reinan a la noche.

Dios marcó el punto donde  caería esa flecha. No ha habido errores en las dos centurias que vienen pasando, engarzando con esmero el río, el puerto y el saladero. Artífices los hombres con sus visiones. Pero también obra de arte la naturaleza donde creció Casablanca.

Casablanca, Casablanca. Paterna mirada sobre el pueblo quieto. Rezongos de máquinas y mugidos trémulos acompañan a las vacas que tras marronazo certero el brillo del naife libera sus sangres que abonan la vida corriendo hacia el río.

(Rene Boretto - Dic. 2009)
67 AÑOS NO ES NADA.... En un fin de semana caluroso de diciembre de 2011, dos mujeres caminaban bajo el sol abrumador y desafiaban a la hora de la siesta tan característica de Fray Bentos. No les importaba la canícula porque cada imagen que iban descubriendo mientras caminaban en  las intrincadas callejuelas del barrio ANGLO, les hacía volver hacia la frescura de los primeros años de vida, cuando ambas nacieron y vivieron allí.
Debería decirse que más de medio siglo de imagenes amontonadas en tan pequeño espacio geográfico podrían ser insignificantes en la memoria, pero, por el contrario, cada rincón, cada casa, cada paisaje, hizo olvidar a Daisy Doverton y a su hermana el calor veraniego, para abrir el mágico cofre de los recuerdos, más de sesenta años después que sus padres abandonaron Fray Bentos y se fueron a Buenos Aires, llevándolas consigo y desaprendiéndolas de aquél idílico lugar donde el Frigorífico ANGLO preparaba las comidas para los soldados de la Segunda Guerra Mundial.
Me entusiasma la idea de hacer una mini novela con esto, pero para qué hacerlo si la propia Daisy se apropió de cada uno de los destellos que iban surgiendo en su memoria, para plasmarlos en un delicioso, emocionante y emotivo relato.

Es para ustedes...
Fray Bentos 1935-1944
Sra. Margarita Holroyd Doveton

1. Mi casa en el Barrio Anglo: El Paisaje

Nací y viví hasta los siete años y medio en el Barrio Anglo.  Ocupábamos una de las casas que, sobre la barranca frente al río y  pasando el puente, demarcan el principio del barrio. 
El puente era el comienzo del camino al centro de la Ciudad, era la salida de nuestro territorio y lo cruzábamos siempre de la mano de Mamá o de alguna de las empleadas de casa, porque casi todas nuestras actividades se desarrollaban dentro del barrio.
 Hacia el otro lado, el límite era el portón del Frigorífico,  pasando el Club Social Inglés donde estaba la escuela,  distancia que me parecía larga cuando era chica y que después comprobé que no pasa de doscientos metros.
 Por el fondo, la casa tenía un portón que salía  a la calle de atrás, camino al Golf Club por donde algunas tardes solíamos salir a caminar con Mamá.  Las calles eran de tierra, como todas las del barrio, y estaban bordeadas de cardos e hinojos.
 Por el frente,  era el río nuestro paisaje cotidiano; siempre estaba allí, como telón de fondo para nuestros juegos.  Desde la cerca de alambre que limitaba el jardín, veíamos las aves acuáticas volando y posándose sobre el agua, y, en los días claros, la costa azul y lejana de Gualeguaychú,  con sus casitas, sus molinos de viento y, a veces, el resplandor de un incendio o de una quema de matorrales; hoy ya no se ve, las islas que se formaron mucho después en medio del río, no lo permiten.  Bajé, en este último viaje, a la costa frente a la casa: hay todavía una minúscula playita como aquélla donde no nos dejaban entrar por miedo a las rayas que tomaban sol en la orilla; y hay también  pinos, como había entonces, cuando mi padre cortaba todos los años una rama para armar el árbol de Navidad.
Curiosamente, no recuerdo haber visto barcos navegando por el río, quizá no pasaban por ese lado o talvez no les prestaba atención.  Tampoco me acuerdo de haber visto pasar, desde casa, el vapor de la carrera camino a Buenos Aires, a pesar de haber viajado en él varias veces en nuestras vacaciones, embarcando en el puerto de Fray Bentos en el Luna y transbordando en medio del río.

2. Los trabajadores del Anglo

La potente sirena del Frigorífico marcaba, por la mañana y por la tarde, la hora de entrada para los empleados y obreros.  En época de clases,  acompañaba a mi padre en el recorrido hacia su oficina; él me dejaba en el edificio de la escuela y desaparecía enseguida tras del portón de entrada del Anglo junto con otras personas que hacían el mismo obligado camino.  Durante las vacaciones de verano, enseguida de almorzar, teníamos permiso para salir a jugar; entonces podíamos ver, desde el jardín, a los chicos que llevaban la vianda del mediodía para sus padres o parientes que almorzaban dentro de los límites del establecimiento.  Recuerdo muy bien los recipientes que contenían la comida porque no volví a verlos en otra parte: eran enlozados, tenían dos o tres pisos y una manija que cerraba el conjunto; me acuerdo también, de que, muchas veces, estos chicos nos pedían que les arrojáramos naranjas de un árbol que había en el jardín, cosa que no podíamos hacer sin ayuda de los mayores porque no alcanzábamos a cortarlas.

3.  Los ingleses y los criollos

Ahora que lo pienso,  no sé si puedo describir como era la relación entre unos y otros.  Supongo que el idioma, junto con las distintas costumbres, constituían en principio una barrera.  Mi familia, en ese sentido, estaba un poco a caballo entre las dos comunidades.  Mis padres eran ambos argentinos y, aunque Papá era hijo de ingleses,  los antepasados de Mamá eran todos de origen latino y, por lo tanto, ella tuvo que inscribirse en la Cultural para aprender inglés y así poder desenvolverse mejor.  Recuerdo que  adquirió una enorme tetera, que todavía conservamos, para cuando invitaba a las señoras inglesas a tomar el té y que también, en esas reuniones, solían tejer ropa de abrigo para enviar a los soldados en el frente.
Mi padre, por su parte, era socio del Club Argentino de Fray Bentos, de modo que  ellos asistían tanto a los bailes del 25 de mayo como a los del Anglo a fin de año en La Estrella.
 Tenían una pareja de amigos uruguayos (no del Anglo) que vivían en el centro (no sé  donde ni cuando se conocieron)  y que eran los únicos que compartían con nosotros la Nochebuena ya que los ingleses no acostumbraban a cenar tan tarde. Con ellos también íbamos de picnic a La Barra porque tenían auto; así como con un matrimonio anglo-argentino: los Gordon a quienes volvimos a ver ya en Buenos Aires.
En cuanto a los chicos,  alternábamos con los que vivían más cerca y, más tarde, con los compañeros de la escuela.  Quizá en los juegos empleábamos tanto el idioma inglés como el castellano, pero no lo tengo claro.  Todos ellos eran inevitablemente invitados a nuestros cumpleaños, a la vez que nos invitaban a los suyos.  Había además un par de amigas de origen no británico a quienes visitábamos, y también invitábamos a casa porque vivían en el barrio y, posiblemente, los padres trabajaran con Papá,  pero que, como no concurrían a nuestra escuela, tampoco participaban de las reuniones para chicos que se hacían en el Club Inglés, ni de otros cumpleaños que no fueran los nuestros.

4. La ciudad de Fray Bentos

De la ciudad, recuerdo muy bien haber ido a La Cooperativa  así como a la tienda Astarita, frente a la plaza, donde mi madre compraba, entre otras cosas, las telas para confeccionar nuestros vestidos, y al cine Stella donde lloré viendo la historia de Bambi, y donde una vez, durante una función en un palco, me quedé con la cabeza de uno de los angelitos de yeso que lo adornaban en la mano y estuve sosteniéndolo sin animarme a decir nada hasta que terminó la película.
Creo que el camino lo hacíamos a pie, aunque ahora que comprobé la distancia, no estoy segura de que siempre fuera así.  Lo que sí recuerdo es que cruzábamos el puente y que, a veces, nos acompañaba Maruja, la empleada de casa.  También que había un taxi, el de Cassareto, que nos llevaba al puerto cuando viajábamos a Buenos Aires y una vez al hospital, cuando me caí de la bicicleta y me hice un tajo hondo en la frente que hubo que coser.  Me pregunto cómo era que llamábamos al taxi en caso de urgencia, ya que no había teléfono.
Otras ocasiones en que recuerdo haber ido al centro es en carnaval para ver el corso,  Una vez, para un baile de disfraz para chicos en el Club Argentino, me tocó bailar una ranchera nada menos que con El Zorro, y creo que eso llevó varios días de ensayo.  También me llevaron varias veces, no sé con qué propósito, porque era demasiado chica para la Primera Comunión, a aprender el catecismo con unas monjas.  Nunca voy a olvidar cómo me fascinaban y asustaban las horrorosas estampas del martirio de los santos que aparecían en el libro de la Historia Sagrada que me dieron allí.

5.  El Barrio

Era nuestro mundo: un territorio inmenso sin restricciones para jugar. 
En verano, cuando nos visitaban las tías o mi abuelo, íbamos seguido a la playita del
Anglo;  sin embargo, recuerdo el aburrimiento y la envidia que sentía cuando, los domingos de calor en que no teníamos visitas, veía pasar para ese lado a mis amigos con sus padres, mientras los míos dormían la siesta (costumbre criolla, no inglesa).
Mi padre jugaba al golf los sábados por la tarde, y todavía tenemos algunas copas que ganó.  Nuestro paseo consistía en ir a buscarlo con Mamá cuando terminaba el partido y entonces se nos permitía correr por esa maravillosa carpeta verde de césped, pero, en ocasión de reuniones en el Club, los chicos nos quedábamos en casa a cargo de Maruja.
A la Casa Grande sólo me acuerdo de haber ido una vez, que posiblemente sea la que quedó registrada en la foto.  Lo que no sé es cuál era el motivo de la reunión, sólo sé que estoy casi segura de que fuimos con Mamá, a pesar de que no aparece en la foto con las otras madres.

6. Mi Padre

Se llamaba Eduardo Holroyd-Doveton  (conocido como Mr.Doveton o Davton según la pronunciación inglesa)
Empezó a trabajar en el Anglo, en Buenos Aires, a los 16 años como cadete, no porque su familia lo necesitara, ya que su padre tenía un puesto alto en el Ferrocarril. Papá siempre contaba que mi abuelo, cuando se enteró de que él no quería continuar en el colegio, decidió que entonces debía ganarse la vida y le consiguió el puesto por intermedio de su amigo Mr Willet.  Pasó después a la parte administrativa y, poco antes de casarse, consiguió el traslado a Fray Bentos con el puesto de cajero principal, lo que le significó un buen ascenso.  Permaneció en el cargo a lo largo de todos los años de su estadía allí y se ganó el respeto y la consideración de sus jefes y de todos los trabajadores a quienes, por supuesto, les pagaba el sueldo todos los meses y/o quincenas.  Ya en Buenos Aires, ocupó el mismo cargo en CIABASA, filial del Anglo, pero siempre añoraba la época de Fray Bentos.  Se jubiló en la empresa a mediados de los años 70, como Jefe de Compras.
Fue muy emocionante descubrir, en nuestra visita de este año al Museo,cuál era su oficina y que estaba intacta, incluyendo la calculadora Frieden que él usaba; estoy segura de que también, en los viejos libros de contabilidad, figuran anotaciones suyas.
No sé si en ese entonces comentaba algo sobre su trabajo, supongo que sí, pero los chicos no participábamos de las conversaciones de los mayores, preocupadas como estábamos por terminar el almuerzo y salir a jugar.

7-8 . La Escuela

Los hijos de los socios del Club Inglés íbamos todos, desde los 5 años, a la escuela de Miss Cafferky, que funcionaba en la sede del Club.  Si no me equivoco, el aula estaba en el salón grande, a la izquierda de la entrada; en esa aula teníamos cabida todos los chicos y la maestra se las arreglaba para dictar clases a los distintos grupos según la edad y, por supuesto, solamente en inglés.  De modo que, como en casa no se hablaba ese idioma, fue, según me contaron,  Mrs.Widd, la vecina de la casa de al lado (la última a la derecha), la encargada de enseñarme a hablarlo.  A ella, y más tarde a Miss Cafferky, debo el haber incorporado el inglés casi como lengua materna, lo que me resultó de mucha utilidad a lo largo de mi vida
Los recuerdos de esos tres años de escuela son muy vívidos; pero además conservo muchos de los textos que usábamos para lectura.  Todos los libros tienen escrito el año en la primera página,  así que es muy fácil clasificarlos.  Los de los primeros dos años contienen cuentos infantiles en prosa y en verso, algunos basados en historias de la mitología; del tercero tengo tres: uno de geografía que explica los accidentes geográficos; otro de historia que empieza con Babilonia y la escritura cuneiforme y termina con las cruzadas y uno más que habla de arte y literatura; todos escritos en un lenguaje sencillo y ameno, con maravillosas ilustraciones y empleando recursos como diálogos, fábulas o versos.
No sé si lo que aprendíamos coincidía con los programas de las escuelas públicas, a las que, por otra parte, no tuvimos dificultad en incorporarnos al llegar a Buenos Aires; más bien me parece que la diferencia estaba en el enfoque de la enseñanza, que iba de lo universal a lo particular y/o nacional.  Lo cierto es que lo que aprendí en esos años permaneció imborrable y  fue una excelente base para mis estudios posteriores.
Miss Cafferky le daba también gran importancia a la música.  Había en el Club un piano con el que ella acompañaba las canciones que cantábamos: algunas eran de tipo religioso y eran las que entonábamos antes de entrar a clase;  pero también había otras tradicionales o basadas en poemas de poetas ingleses como Stevenson, Kipling o Shakespeare, lo sé porque la letra de cada una está anotada en un viejo cuaderno que también conservo.  Hay además algunas referentes a la guerra que tenía lugar en esa época, y así figuran “Marching through Georgia” y una canción muy curiosa, que seguramente tomaba la tonada de otra, y que habla de una campaña que se realizaba en Olivos para juntar fondos para un Spitfire (¿?) nada menos.
No conocí la escuela Nº3,  los chicos de mi edad y un poco mayores concurríamos  la escuela inglesa, pero puede ser que los más grandes terminaran allí los estudios primarios y/o empezaran el secundario.

9.  Los productos del frigorífico

No era habitual  que en casa se usaran los productos envasados que se fabricaban en el Anglo,  porque tanto en Uruguay como en Argentina, los productos frescos no escaseaban, por eso seguramente tampoco se hablaba de su fabricación.  De hecho, , nunca había visitado la fábrica  hasta ahora ya que, si atravesábamos los portones de entrada, era solamente para ir  a la playa, nunca más allá.

10. La comunidad inglesa


Mis padres asistían a las reuniones y recepciones de la comunidad inglesa de Fray Bentos: bailes (alguno de etiqueta: smoking y vestido largo), reuniones a beneficio de la Cruz Roja, torneos de golf, etc.  Ignoro quiénes más estaban presentes, nunca se me ocurrió preguntar, pero supongo que irían, sin excepción, los socios del Club Inglés, que trabajaban en el Anglo  todos los cuales ocupaban cargos jerárquicos administrativos. 
Los chicos nos reuníamos, además de los cumpleaños, para la celebración de actos escolares y sobretodo para la fiesta de Navidad, que merece un párrafo aparte porque era esperada con  impaciencia y emoción.
Tenía lugar el 25 de diciembre por la tarde en el Club, en el salón de clases, adonde concurríamos con nuestros padres no sólo los alumnos, sino también los hermanos más pequeños.  El frente de la chimenea, que todavía existe y a la que le saqué una foto en este viaje,  estaba cubierto con una pantalla de papel que, en determinado momento se rompía para dar lugar a la salida de ¡Santa Claus en persona! 
Santa Claus, entonces llamaba por su nombre a cada uno de nosotros, que avanzábamos temblando para recibir el regalo que sacaba de su bolsa.  Recuerdo haber discutido, durante la merienda que seguía al reparto, con las chicas más grandes, que trataban de convencernos de que Santa era, en realidad, Mr. Scott disfrazado.

11. Las familias

Mirando la foto, que incluyo más abajo, descubrí con sorpresa que recordaba los nombres de todos mis compañeros de la escuela de Miss Cafferky (en la foto: de blanco, centro, arriba).
Ellos son los que están en  la hilera de abajo , de izquierda a derecha: mi hermana y yo y, entre ambas,  Rona Spry,  Sheila Spry, Bobby Bowie, June Judson (de rodillas), Ann Hodge, Eric Wilson, Patsy y Sheila Scott, Marjorie y Jean Fogg.  Hay alguien que no está, es Helen Markhram.    En la hilera superior están las madres y hermanas mayores, entre las que reconozco sólo a Mrs. Spry y a Mrs.Wilson, nuestra vecina.


Sra. Margarita Holroyd Doveton

PS. Publiqué en Internet las fotos del viaje, puede verlas en: www.picasaweb.google.com/daisydoveton, el álbum se llama "Fray Bentos 2011"
PATRIMONIO es un concepto grande. Inmenso. Difícil de abarcar y aún más difícil de describirlo. Quizá por eso es que se le presta poca atención. Porque lo vemos, lo sentimos, lo observamos, lo pisamos, todos los días y pasa a ser una de esas cosas que por ser tan vistas pierden su importancia.
No debería ser así. Pongámosnos a pensar que si dejáramos de lado todo lo que hemos recibido de nuestras sociedades anteriores, la cultura de nuestros ancestros, la forma de hablar, las costumbres culinarias, nuestras danzas, nuestras referencias históricas.... en fin, todo, no tendríamos lo que bien se llama "identidad".
El conjunto de todas esas cosas "insignificantes" a las que no les prestamos atención, son lo que nos hace ser como somos y que nos vean como somos. Es así que toda acción que se haga para hacer comprender a la gente la importancia que tiene el patrimonio, no está de más y debería ser una de las obligaciones culturales en nuestra educación, en nuestra formación, en lo que leemos en los diarios o lo que escuchamos en la tele.
Solamente entendiendo la importancia que tiene el patrimonio, genéricamente hablando de él, es que nos podemos acercar a cada uno de esos objetos de valor patrimonial que forman parte de nuestra vida diaria.
Ustedes saben que se ha creado a nivel nacional un proyecto que se llama PAGO A PAGO y que pretende, repicándose en cada departamento, llevar a la conciencia pública la trascendencia no solamente de los elementos patrimoniales, sino lo importante de su rescate, de su preservación, de su conservación y promordialmente de su difusión.
Es una actividad lindísima organizada en el país por la institución "Patriada por la historia" (http://www.patriada.com.uy/) y FRIEM (Federación de Asociaciones de Residentes del Interior del país en Montevideo).
Ahora mismo se está desarrollando un PROYECTO PILOTO en el Departamento de Río Negro al que le seguirán otros en cada "pago" oriental.
Ingresen a las páginas de www.pagoapago.com y conviértanse en uno más de los impulsores de esta idea.